Existían titanes, dioses, montruos. Seres tan espeluznantemente

Y a sabiendas de su peligro, el amo y señor de las sombras, del mal, de lo oscuro, tabú y lo prohibido, el Gran Creador del lado oscuro del mundo, el Yan del todo, el rey del negativo, decidió dividir su delicioso y tentador poder en cinco estatuas de titanes que adornaban y sujetaban su templo de sacrificios divinos.
Y desde entonces, los cinco reinan estos mundos. ¿A sus anchas? Seguramente no. Pero jamás pasan desapercibidos.
Primero, entregó el don de la desgracia. Así nació El Señor del Mal Augurio. ¿De verdad creían que una patas de conejo o que una herradura iba a evitar que un huracán destruyera su casa, su vida y sus sueños? El Señor del Mal Augurio segaba las esperanzas, divirtiéndose con los supersticiosos que encontraba. Torturaba y retorcía las circunstancias. Tan pronto pasabas una buena racha, y de momento perdías todo lo conseguido. "Lo que fácil viene fácil se va", decían. Aunque nadie nunca supo de lo que era capaz El Señor del Mal Augurio hasta que se veían ahogados en aquella terrible espiral de malas circunstancias.
El mal presagio estaba a salvo, pensó el amo y señor.
Y así pues, siguió. Creando a un segundo.
A éste, lo bautizó como El Señor de La Mentira. Aunque muchos pueden presuponer lo que hacía este segundo enviado del mal, la realidad es mucho más escalofriante. Decidió no ocultarse al público. Vivía y sigue viviendo entre todo mortal. Al contrario que su ahora hermano, él adoptó una forma humana aunque inconcluyente. El amo y señor de la oscuridad le dotó de una habilidad camaleónica. Así pues, suplantaba personas. Las enfrentaba. Prometía cosas que jamás se le ocurriría cumplir. Manipulaba a su antojo con el poder de la palabra.
Hasta este momento, tan sólo con estos dos el mundo se podría caer en pedazos. Por desgracia para ellos, luego también existieron los que se autodenominaron " Los Cinco pilares del Bien". Pero eso es otra historia...
Pasemos ahora al tercer señor. Fue denominado El Señor de La Riqueza, aunque él mismo se autoproclamó denarĭus, (del latín, dinero). Al igual que Prometeo entregó el fuego al hombre, denarĭus entregó la moneda a los hombres, a modo de intercambio, sabiendo las consecuencias y el derramamiento de sangre que traería. Prometió tierras, riquezas, objetos de "valor" y vida eterna a todo aquél que consiguiera reunir las diez mil ochocientas monedas de oro con un sello específico que él mismo habia distribuido por el mundo. Habiendo colocado tan sólo mil setecientas noventa y nueve.
El cuarto y penúltimo no cobró forma humana. Ni siquiera semi-humana. El cuarto señor fue el del rencor. Cegado por la ira de haber sido engendrado mitad perro, mitad trasgo, muy al contrario que sus hermanos, decidió el amo y señor de la oscuridad dotarle del don del Rencor.
Rencor viajaba de lado a lado del mundo, fustigando a los iracundos reprimidos, cegándoles en sus acciones. Dicen que lo mejor es pensar en frío, pero Rencor dejaba el pensamiento ardiendo como las propias llamas del infierno.
Y el quinto, último y más inteligente de todos los Pilares del Mal, fue la Inteligencia. Autoproclamado Tales (el primer filósofo de la história), forjó una alianza con los mortales. Asimiló sus culturas, su apariencia, sus hábitos. El amo y señor del mal pensó en su terrible fracaso, no obstante, Tales le demostró a posteriori su jugada maestra. Tales, vive desde entonces entre todo mortal. Se desliza hacia los corazones de la gente, gana su favor. Les hace amar. Y cuando todos aman a Tales...
La Inteligencia puede ser peor que un mal augurio, peor que una mentira, peor que todas las riquezas del mundo o incluso peor que el propio rencor y la propia venganza.
No hay nada más temible que una persona inteligente.
Y no hay nada más débil y traumatizable que una persona profundamente enamorada.