domingo, 9 de agosto de 2009

Los videojuegos.



Todo el mundo ha probado alguna vez un videojuego, y quién diga que no te está mintiendo. Ya sea por curiosidad o por simple vicio, todos jugamos alguna vez.
Dicen que te jode la mente, te la llena de mierda y te quita imaginación.
Bueno, si esto fuera cierto yo sería un vegetal, ¿de acuerdo?


El caso es que últimamente se le echa demasiada mierda a los videojuegos, que si la violencia es por su culpa, que si hace una generación de retrasados... Dentro de nada veréis cómo los Tsunamis son provocados por unas super-mega-chachi-ondas especiales emitidas por las consolas. Pero decidme, padres y madres, hermanos y hermanas mayores que están hasta las narices de sus hermanos chicos, ¿no os ha salvado el culo que, cuando el niño se pone pesado le das la maquinita y calla? Al instante, como un botón. Es como un estupefaciente que deja al niño zombie y impresionantemente dócil, pero no le jode la mente. La mente se la joden ellos mismos cuando pasan de jugar a obsesionarse.
Ejemplos: Un tío mató a sus padres con una katana porque decía que le pareció que eran unos monstruos de un videojuego al que jugaba. ¿La culpa? Al juego, claro está. El tío, con dieciocho años, no era consciente de que cogía una espada y rajaba a sus parientes, claro.
Otro ejemplo, un tío entra a un taxi y mata al conductor, ¿su escusa? en Grand Theft Auto lo había visto y quería probarlo.
Curiosamente estos casos son siempre obra de un sujeto con pintas de no haber conocido ningún rastro de humanidad mas allá de su cuarto; prácticamente todos mayores de edad, es decir, con suficiente edad para consumir alcohol legalmente.

De todas formas, quizá nos estamos pasando un poco con el gore de los juegos.

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