martes, 27 de octubre de 2009

Costumbres y manías.

Hola. Voy a contaros algo especial que me ha ocurrido hoy, ¿eh? Mierda. Otra vez lo he dicho.

Estoy hasta las narices de las coletillas, en serio, me cansan. Ya sabéis de qué hablo, seguro que la mayoría tenéis un amigo NO. Me explico, un amigo NO es aquél que te explica las cosas de aquél modo:
-Y entonces, ¿no? cuando llegamos, el muy tío cerdo,¿no? no nos vendía las entradas, ¿no? porque decía que estaba llena la sala, ¿no?

Me pone de los nervios, de verdad. Conozco a una persona cuya obsesión es "¿de acuerdo?", terrible... Terrible.

Pero ya no sólo hay manías al hablar. Yo, por ejemplo, tengo la horrible manía de morderme las uñas. En serio, es horrible, y además yo me hago a veces un planteamiento: ¿Quién tuvo la fatídica idea de morderselas primero?. Quiero decir... A alguien se le ocurriría la primera vez, alguien tendría que haber sido tan jodidamente retorcido para pensar: "coño, esto tiene que estar de puta madre, eh tío, pruébalo, verás qué gusto". Y así empezó la terrible pandemia.
Luego alguien tuvo la idea de: "¿y si lo probamos al ajillo?" y ahí está, Morde-X.

Y es que esto de las manías es instintivo...
Yo he llegado a marcarme un solo de batería con los pies esperando un examen. Fijaos en alguien, de verdad. Mueven los pies a una velocidad de vértigo. ¡Yo llegué a confundir a un amigo con un helicóptero! tocotocotocotocotocotoco...

Manías... hay de aquél que tamborilea con el bolígrafo, con las manos... Un día pienso formar un grupo de la hostia, ¿cómo tiene que ser eso? ¿os imagináis? "Pumtumpatapumtum trtrrtrrtrtrr ¿de acuerdo? ¿eh? ¿eh? ¿no? trrtrrrtrrrtrrr tocotocotocotocotocotoco"

La hostia.


Otra cosa que me pone muy nervioso y a la vez odio con todas las ganas, són los saludos de compromiso. Sí, tú estás tan tranquilo en una fiesta, o con tus amigos... y de momento... ¡zas! aparece el hijo de puta que peor te cae, porque es un prepotente, y porque es gilipollas. O la chica más zorra que has conocido, sí, esa tan refinada que te mira por encima del hombro y después te critica hasta la saciedad. La falsa. Ya os hacéis una idea de lo que hablo, ¿verdad?
Tú sonries forzadamente, deseas con todas las ganas que te sonria y se marche, pero no, el muy cabrón tiene que venir (o cabrona, adaptarlo como querais). Tú saludas, le das dos besos (si es mujer), y en ese momento surge una de las conversas más falsas que jamás he experimentado, acompañada de una sonrisa forzadísima.
-¡Hola!
-¡Hoolaaa! (Siempre exageramos el saludo, como si haciera mil que no ves a esa persona y te alegraras muchísimo)
-¿Cómo estás? (A él/ella no le importa, y si le importa es para cotillear, nada más)
- Bien. (Respuesta que odio. Siempre se dirá que estás bien, aunque acabe de morir tu padre, siempre estás bien.)

En este momento la conversación se vuelve tensa. Se preguntan cosas al azar y que a ninguna de las dos personas les importa, y ambos están deseando que algo les interrumpa para no tener que volver a hablar.

Esta es una costumbre que jamás entenderé.

2 comentarios:

Sorrow dijo...

Me eh reido un monton, Sergio. Y la verdad, tambien me habia preguntado eso de comerse la uña xD.
Bueh, solo eso. Xau! Y sigue escribiendo ò.ó

Anna dijo...

Voy a seguir tu blog, me gusta. ¿Puedo ponerte en mis enlaces?