lunes, 23 de noviembre de 2009

Soy un despistado.

¡Buenos días, tardes y noches! Últimamente estoy bastante distraído. Y es que una cosa es cierta: Soy un despistado.
No sé cómo, pero siempre dejo abierta una puerta que tenga un cartelito que diga "por favor, cerrar después de entrar". ¿Las luces del pasillo? Siempre encendidas. Y lo que me remata, que SIEMPRE se me olvida el bolígrafo negro cuando me toca un examen importante.

Por suerte para mi - ya se sabe: "desgracia de muchos consuelo de tontos"- , no soy el único al que le pasa.
¿A cuantos baños públicos de los centros comerciales habéis ido en el que la persona anterior ha tenido el detalle de dejarte una sorpresa?
Que esa es otra, los centros comerciales.
Vas con tus amigos, paseando, como todos los sábados. Y de momento uno se para en seco y os mira con ansiedad: "¡Eh! ¡Eh! ¡Eeeeehhh! Tíos... tengo una idea. ¡Vamos al centro comercial!". Y todos gritan: "¡Hostias, sí! ¡Al centro! Joer, qué guay".
Después de pegarte el viaje, descubres que tu amigo y unas ochocientas setenta y cinco personas más han tenido la misma gloriosa idea -y aquí es donde te reconfortas, jó, no estás solo en esta situación-. ¿Pero dónde vais? Y ni siquiera tenemos dinero para comprar nada.

Bueno... ¿Veis lo que decía? Me distraigo fácilmente estos últimos días, se me ha ido incluso el tema del que estaba hablando.
Algunas persona dicen que los hombres tenemos, digamos... Unos despistes generalizados.
Je, je... Bueno, esto es mentira, ¿de acuerdo? mentira. Para empezar, los hombres no dejamos las tapas de los váteres abiertas porque se nos olvide, no. Lo hacemos por vosotras. Para que luego no tengáis que agacharos a volver a abrirla (¿?).
Otro despiste es que nos olvidamos de las fechas.
Ahí no tengo excusa. Confundí el cumpleaños de mi madre y me presenté con una tarta en forma de calabaza que decía "Feliz día de los muertos".
Terrible.



PS: Quiero dedicar en especial este mini-monólogo a mi profesor de literatura, el cual me alentó, a su manera, para que siguiera haciendo estas cosas y que todavía no da su brazo a torcer y persiste en que me exponga oralmente. Gracias, de verdad -aunque te ausentas demasiado, todo hay que decirlo-.

PS (2): Quiero también dejar claro y remarcar que yo jamás le hice eso a mi madre, fue pura invención mía. La realidad es que ni siquiera recuerdo los cumpleaños. :)

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