jueves, 7 de enero de 2010

El curioso caso de Rant Casey

De las notas de campo de Green Taylor Simms (Historiador): Al creer primero en Santa Claus, luego en el Conejo de Pascua y finalmente en el Hada de los Dientes, Rant Casey estaba declarando que aquellos mitos eran más que simples cuentos y bonitas tradiciones para hacer las delicias de los niños. O para modificar conductas. Cada una de esas tres tradiciones le pide al niño que crea en lo imposible a cambio de una recompensa. Se trata de pruebas escalonadas para construir la fe y la imaginación del niño. La primera prueba consiste en creer en un personaje mágico y la recompensa son juguetes. La segunda prueba, en confiar en un animal mágico y la recompensa son dulces. La última prueba es la más dificil, y es la que tiene el premio más abstracto de todos: creer, y confiar, en un hada que vuela y que te va a dejar dinero.
De un hombre a un animal a un hada.
De juguetes a dulces a dinero. Es decir, y no deja de ser interesante, transferir la magia de la fe y la confianza en las hadas centelleantes a las vulgares y deslustradas monedas. De las alas de tela vaporosa a las monedas de cinco... de diez... y de veinticinco centavos.

[...]


Shot Dunyun: Aquella noche, aun siendo niño, Rant Casey solamente quería que hubiera algo que fuera real. Aunque esa realidad fueran sangre y tripas apestosas.

[...]


De las notas de campo de Green Taylor Simms (Historiador): Todas las tradiciones festivas operan como ejercicios de desarrollo cognitivo, como desafíos cada vez mayores para el niño. Y pese al hecho de que la mayoría de los padres no son conscientes de esa función, siguen practicando el ejercicio.
Rant también vio que resolver las ilusiones era crucial para que el niño usara habilidades nuevas.
Un niño al que nunca se adiestra con Santa Claus es posible que nunca desarrolle la capacidad de imaginar. Para él, no existe nada salvo lo literal y tangible.
Un niño que se desilusiona de golpe, a quien lo desilusionan sus hermanos y otros niños de su edad, a quien lo ridiculizan por su fe y su imaginación, puede que decida no creer nunca más en nada, ni tangible ni intangible. No volver a confiar ni a asombrarse.
Pero un niño que renuncia voluntariamente a las ilusiones de Santa Claus, el Conejo de Pascua y el Hada de los Dientes, ese niño puede desarrollar el conjunto más importante de habilidades. El niño puede reconocer la fuerza de su propia imaginación y su propia fe. Y asumirá la capacidad para crear su propia realidad. Ese niño se convierte en su propia autoridad. Determina la naturaleza de su mundo. Su propia visión. Y al hacerlo, gracias al poder de su ejemplo, determina la realidad de los dos otros tipos: los que no son capaces de imaginar y los que no son capaces de confiar.



Rant, la vida de un asesino - Chuck Palahniuk

1 comentario:

melocotón dijo...

Muy cierto. Me he sentido identificada con esta entrada.